Hay figuras de calidad que no tienen que hacer un gran esfuerzo para que el público reconozca su imagen, como diferente de las demás y con una calidad propia. Esas figuras de calidad se encuentran en el imaginario colectivo del consumidor español y ya tienen mucho terreno ganado, en algunas ocasiones por el trabajo callado y anticipado que se ha realizado desde los propios promotores de la figura de calidad para lograr esa diferenciación. Ejemplos hay muchos. En el sector de la carne de vacuno, quizás el más reconocible sea el de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Ternera Gallega. Si probamos a preguntar a los consumidores en la fila del supermercado si saben cómo es un filete de ternera gallega, así en genérico, no tendrán muchas dudas y lo asociarán a las características de esta figura de calidad.

La carne comercializada bajo el amparo de la IGP Ternera Gallega es exclusivamente de terneros nacidos, criados y sacrificados en Galicia, que proceden de razas autóctonas y sus cruces y que superaron un riguroso programa de control integral. Los terneros se sacrifican con menos de 10 meses de edad. Su carne destaca por su color rosa claro o rojo suave, infiltración grasa de color blanco nacarado, aspecto magro, textura suave y agradable sabor. Una vez madurada y bien cocinada, es una carne de extraordinaria terneza, jugosidad y suculencia. La carne amparada por la figura de calidad se presenta a los consumidores perfectamente identificada, mediante los certificados de garantía y las contraetiquetas correspondientes. Después, sólo queda disfrutarla.

(Fuente de las fotos: IGP Ternera Gallega)