Los españoles y los argentinos, entre otros variopintos pueblos del mundo, son amantes del conocido como ‘asado’ en tierras sudamericanas. En España, aunque en algunas regiones también se utiliza esa denominación, lo cierto es que se impone llamar a esta forma de cocinado ‘a la parrilla’. Carne a la brasa, al fin y al cabo. Y ahí, el vacuno es el rey.

Como diría el chiste, es lo mismo, pero no es igual. No es extraño que un argentino que pase unos meses en España se descuelgue con una frase como la siguiente: “A mí me gusta el asado, pero ese que se va haciendo despacio, relajadamente. No como lo hacen acá, tiran el filete en la parrilla, le dan vuelta y vuelta… y al final se lo comen crudo”. Damos fe. Y que pregunten en el País Vasco si hay que hacer mucho la carne o dejarla en su punto. Muchas diferencias para un concepto que es prácticamente el mismo. Es el secreto de la multiculturalidad.

Para añadir más diferencias, lo cierto es que los cortes de carne que se practican en Argentina son radicalmente distintos a los que se conocen en España, más adaptados a ese concepto de asado que se va haciendo durante horas, de forma calmada, con una buena infiltración de la grasa en la carne. Los cortes más tradicionales para asar a la parrilla son el bifé, la tira de asado, el vacío, el matambre, la tapa de asado, la entraña, el pachito de ternera deshuesado… Son algunos de los más conocidos, pero los secretos de la parrilla argentina tienen muchos otros y llamativos cortes.

En todo caso, ya sea una parrilla española o un asado argentino, lo importante es disfrutar del momento y de la compañía. En el país sudamericano, es toda una tradición, e incluso el derecho a su disfrute está recogido en algunos convenios laborales colectivos. Y con vacuno, la felicidad es máxima.