Son poco más de 2.200 kilómetros cuadrados de extensión, pero encierra una gran riqueza natural, paisajística y urbana. En esa pequeña porción de terreno caben montes verdes, playas naturales, costas agrestes y urbes llenas de vida. Se trata de Vizcaya, la segunda provincia más pequeña de toda España, únicamente por delante de sus vecinos guipuzcoanos, pero que se trata de un lugar altamente recomendable para pasar unos días.
Lo mejor de Vizcaya son sus contrastes. Un ejemplo es la localidad costera de Bermeo, famosa por su puerto en el que se conserva la fisonomía de las pequeñas casas que rodean a los barcos. Apenas se ha salido de la localidad, comienza una sucesión de curvas imposibles para dirigirse hasta la vecina Mungia. En cuestión de minutos, la placidez del mar se ha convertido en la magia de los montes vascos. Todo se funde, y en esa mezcla de Cantábrico y Montes Vascos, proliferan las ganaderías de vacuno extensivas, con sus razas autóctonas y sus carnes de altísima calidad.
Si uno continúa la ruta pasando Mungia hacia el sur, en muy poco tiempo se encuentra con Bilbao, una gran ciudad que no puede crecer más al estar enclavadas entre los cercanos montes, entre el que destaca el de Artxanda, por lo que crecen de una forma desmesurada las cercanas poblaciones de Portugalete, Barakaldo, Basauri o Getxo. Toda una zona metropolitana que también tiene su encanto… y que será motivo seguro de otro post. Por ahora, disfrutemos de los montes y costas vizcaínos… y de su ganado vacuno.
(Fuente de las fotos: Bizkaia Turismo)