Bélgica es un país ciertamente peculiar. Esta cortado de este a oeste por una línea imaginaria que divide Flandes, en el norte, de Valonia, en el sur. Se trata de algo más que dos regiones dentro de un mismo país, ya que la barrera idiomática que hay entre ambos países es muy intensa, lo que hace que Bélgica pueda considerarse dos países en uno. Mientras en Flandes se habla neerlandés, en Valonia uno se entiende mejor con el francés. Cada parte tiene sus medios de comunicación, sus periódicos, sus partidos políticos… Y el que habla neerlandés, no parla francés. Y viceversa. En el medio está Bruselas, que en su concepto de capital tiene en teoría los dos idiomas como oficiales, aunque basta darse una vuelta para comprobar que domina el galo.

Vamos a centrarnos en Flandes y en su triunvirato de ciudades altamente recomendables para realizar una visita. Se trata de Brujas, Gante y Amberes, tres ciudades en las que predominan las bicicletas, las calles peatonales y las cervecerías con auténtico sabor belga.

El casco histórico de Brujas es de los que merece la pena. Es llamada la ‘Venecia del norte’, aunque no es un apelativo realmente original, sino que lo comparte con otras ciudades. Gante responde a un perfil similar al de Brujas, aunque quizás en una versión algo más reducida. Los alrededores del río Lys son todo un atractivo turístico. Por último, tenemos el caso de Amberes, ciudad portuaria, gran centro comercial de Europa durante décadas y centro de la circulación mundial de diamantes, pero también con un casco histórico interesante y paseable.

Y para maridar con las cervezas, se trata de una región rica en quesos, seguramente por su vinculación con los holandeses, vecinos del norte. Algunos de ellos como el Chimay o el Fleuron de Bruges, son de parada y fonda obligada.

(Fuente de las fotos: Vacuno de Élite y Wikipedia)