Las variedades de productos lácteos que uno puede encontrarse en el mundo, a poco que rasque información de un sitio o de otro, es francamente impresionante. Una de las más llamativas la hemos encontrado cruzando hasta los confines de nuestro planeta. En Japón, el país del sol naciente, se comercializa desde 1919 un producto llamado Calpis, que por lo tanto va a cumplir su primer siglo de existencia y que ganó popularidad gracias a su buena conservación sin necesidad de refrigerarse.

Se trata de un refresco que originalmente no es carbonatado, aunque ya tiene su versión con soda, que está realizada a partir de agua, leche desnatada y ácido láctico. Se produce mediante fermentación láctica y tiene un sabor a medio camino entre la leche y el yogur, pero en realidad totalmente distinto a cualquier otra cosa que se pueda consumir en los países occidentales. En los últimos años, se han generalizado con diferentes sabores.

Un hecho destacable es que varias de sus características entroncan a este producto con la más tradicional y milenaria cultura japonesa. Para empezar, su nombre parte de la combinación entre las palabras ‘cal’, relativa al calcio, y ‘pis’ del sánscrito ‘sarpis’, que significa gusto supremo y que es el término que se utiliza en el budismo para describir la esencia de las enseñanzas budistas. Es decir, un placer inigualable…

Por otra parte, salió al mercado por primera vez el 7 de julio de 1919 con un primer logotipo de puntos blancos sobre fondo azul, con el objetivo de representar la Vía Láctea. Así, hay que tener en cuenta que el 7 de julio es el festival japonés de Tabanata, con el que se abre de forma oficiosa el verano nipón. Toda una invitación para que sea consumido durante la época estival.

(Fuente de las fotos: Wikipedia y Pixabay)