El otoño es tiempo de escapadas. Ya lo demostramos en este blog de Living Las Vacas el pasado viernes, cuando os recomendamos una visita a Santiago de Compostela. Los que hayan estado por allí, aprovechando el buen tiempo que ha registrado este puente festivo, podrán atestiguar sobre lo acertado de ese destino.

Siguiendo nuestra particular ruta por la Cornisa Cantábrica, la siguiente ruta es el Principado de Asturias, la tierra nunca conquistada, como les gusta presumir a sus habitantes. Sus montes como los de Covadonga y Somiedo, las ciudades de Gijón y Oviedo, los pueblos de pescadores como Lastras o Cudillero, sus playas, sus pueblos de interior… En una región en la que hay tanto bueno, y que es una de las mecas de la producción de carne de vacuno en España gracias a la espectacularidad de su ternera asturiana y de sus razas autóctonas, en este pequeño rincón vamos a referirnos a una de las localidades que puede considerarse como el ‘patito feo’ del Principado. Se trata de la villa de Avilés.

Durante décadas, el nombre de Avilés ha estado vinculado de forma inequívoca a la contaminación de la pesada industria española. La presencia en su concejo de la empresa Ensidesa, con sus chimeneas en llamas, ha provocado que la tercera ciudad asturiana en habitantes haya encabezado durante muchos años las listas de ciudades más contaminadas de Europa.

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Le ha costado, pero Avilés se ha quitado esta etiqueta de encima con el paso de los años. Con la empresa siderúrgica reducida a su más mínima dimensión, los kilométricos terrenos que ocupaba hace unos años tienen ahora al Centro Niemeyer como principal huésped, con la convicción de llevar a Avilés a ser un destino cultural.

Su casco antiguo, con sus calles porticadas, sus calles llenas de la animación de bares de vinos y sidrerías, y la calidad y contundencia de su gastronomía, hacen que Avilés sea un gran destino en Asturias, lejos de las rutas turísticas más frecuentadas. Además, permite buscar la autenticidad de la población asturiana forjada a base de trabajo.

Además, Avilés permite tener ese encanto tan asturiano de mezclar en un par de kilómetros las ciudades más bulliciosas, los centros industriales más productores y el entorno rural más bucólico. Basta cogerse uno de sus populares trenes Feve, con destino a Gijón u Oviedo, para perderse en montes, aldeas y rebaños vacunos que parecen estancados en el tiempo.

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Fotos: Ayuntamiento de Avilés