Finaliza julio, un mes que inexorablemente está asociado en el subconsciente colectivo con la celebración en tierras galas del Tour de Francia, la prueba ciclista más importante del mundo. Ahora que la ‘serpiente multicolor’ ha abandonado las carreteras del país vecino, es un buen momento como cualquier otro para dejarse caer por las Galias y deleitarse con la multitud de quesos que elaboran productores e industriales franceses. Todo un ejemplo para un país como España en el que cae inexorablemente el consumo de queso. En la tierra de D`Artagnan, Zidane o Julio Verne, conocida también como ‘el país de los mil quesos’, no es nada extraño que nuestros vecinos cenen, una noche sí y otra también, queso como plato prácticamente principal.
Las variedades son tan numerosas, que hacer una lista supondría ser injustos y dejarse muchos nombres por el camino. Sin embargo, hay algunos que se han ganado una fama internacional más que justificada. Uno de ellos es el Camembert, protegido por una denominación de origen en la zona de Normandía, elaborado con leche cruda de vaca como manda la tradición. Los franceses también tienen su versión del queso Emmental, en la zona este del país, con una textura que suele ser más suave que la de esta variedad en otras zonas de Europa.
Otros menos conocidos, pero que resultan imprescindibles para entender la gastronomía quesera de Francia son productos como el Abondance, que se elabora en el Departamento de Alta Saboya; el Beaufort, también de la misma zona montañosa de Los Alpes; el suntuoso Sangres; el cremoso Délice de Bourgogne, al que se le añade nata dos veces durante su fabricación; o el Saint Agur, notable ejemplo de los quesos azules de este país amante del queso.
(Fuente de las fotos: Wikipedia)