Hay tres localidades cántabras que bullen como destinos veraniegos cuando aprieta la canícula de agosto en otras zonas de España. Quizás, una de sus mayores virtudes sea la de escapar a esas temperaturas tórridas que son habituales en otras latitudes españolas. De vez en cuando, ofrecen a los visitantes días totalmente veraniegos de los de playa y tumbona. En ocasiones, causan un disgusto a aquellos que van buscando condiciones meteorológicas de otras zonas y tienen lluvia continua durante varios días. Hace unos años, una señora de pueblo entrevistada en televisión daba la clave del encanto cantábrico. ‘A la gente le gusta que esté todo verde. Pero si no lloviera mucho, ¿cómo iba a estar así de verde?’. Más claro, imposible.

Esas tres localidades, aunque hay muchas más que en estos días alcanzan su pleno de presencia de visitantes foráneos, son Suances, Santillana del Mar y Comillas. Las tres forman un triángulo al oeste de Santander que bulle durante estos días. Los aparcamientos que son eternos en su amplitud durante otras estaciones se quedan pequeños para acoger a tantos visitantes. Se combina la excepcional playa de Suances, la magia de piedra de las calles de Santillana del Mar y el peso de Gaudí en Comillas. Las carreteras que unen estas localidades son un continuo fluir de tráfico y es complicado encontrar un hueco en las terrazas para cenar, sobre todo en esas noches de temperaturas suaves, ausencia de precipitaciones y viento moderado.

Hay otros muchos pueblos en Cantabria dignos de visitar, pero estos tres forman un triángulo geográfico mágico. Dignos del mejor agosto. Y con sus icónicas vacas en cualquiera de sus montes cercanos.

(Fuente de las fotos: Vacuno de Élite y Turismo de Cantabria)